10 de febrero de 2007





Por fin he conseguido acabar de construir la guitarra. Han sido 28 meses de trabajo, no intenso, pero sí complicado a ratos. Lo importante es que el sonido es muy bueno, tanto en acústico como enchufada. La guitarra es muy cómoda, aunque tengo que hacer un nuevo golpeador más largo, ya que con este el control de volumen molesta un poco al tocar con púa.

Lo peor ha sido el acabado: con mi pistola eléctrica es muy difícil conseguir una capa suave de laca y requiere mucha cantidad para poder luego lijarla y dejarla suave. Además el tema del color ha sido un desastre, tal como os conté.

Teniendo en cuenta esto el resultado no ha sido tan espantoso, después de todo. Queda un look bastante Vintage sin serlo.

Estoy especialmente orgulloso del cordal de arce, se trata de un trozo sobrante el arce del mástil, que no se podía usar por tener algún nudo. Resulta que al trabjarlo con la forma del cordal ha quedado una figura más que aceptable.

En cuanto a acabado, lo que mejor ha quedado ha sido la pala (lo del nombre es una horterada, pero desde el principio decidí que le pondría ese y no se me ocurrió nada mejor ni más original; os dejo adivinar de donde viene, pero es bastante obvio).

Los clavijeros son Grover Sta-t-tite, que dan un look muy auténtico y vintage. Funcionan muy bien, y cuestan 10 veces menos (literalmente) que los Waverly que parecen ser el estado del arte de estas cosas.

El fondo ha quedado mucho mejor que la tapa en cuanto a acabado, probablemente porque al ser más dura la madera tuvo mejor suerte al prepararla (el abeto de la tapa se marcaba con tal facilidad que al final se me escaparon unos cuantos defectos).

Como podeis ver, no me compliqué la vida con los inlays en el diapasón, simplemente una florecilla copiada de la que suele poner Benedetto en sus guitarras. La pala también tiene forma de Benedetto,así como el cuerpo, aunque los agujeros en f están más paralelos que en el original.

Por último, la pastilla de Kent Armstrong suena realmente bien, y además me permitió descubrir una gama de pastillas (las Kent Armstrong), que cuestan mucho menos que otras y suenan realmente bien. Para aprovechar mejor los gastos de envío encargué una de bobina simple y me ha dejado con la boca abierta: suena mucho mejor que las Fender que yo he probado.


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